El hallazgo y obtención del tesoro lo podemos dividir en tres etapas diferentes. La primera de ellas, es el hallazgo fortuito por el niño de ocho años, Francisco Bejarano Ruiz el 23 de noviembre de 1958, de concretamente 43 piezas de oro. La segunda etapa, se centra en la recuperación de las piezas que fueron escondidas en la finca tras la venta ilegal del primer lote hallado. Este lote se compone de 20 piezas de oro y 5 de cornalina, y fue entregado a los arqueólogos una vez comenzaron la excavación. El tercer y último lote, fue el hallado durante la excavación, compuesto por 30 piezas pequeñas de oro y 38 de cornalina. Estos tres lotes, fueron entregados en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla, en 1961, tras el montaje de las piezas.
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